II. DIOS ES UN ESPÍRITU La mujer samaritana que Jesús encontró junto al pozo de Sicar había preguntado a Jesús si los hombres debían adorar a Dios en Samaria como lo enseñaba su pueblo, o en Jerusalén como enseñaban los judíos. Después de señalar que la pregunta en cuanto a la localidad del culto a Dios era de una importancia secundaria y temporal, Jesús pronunció las palabras profundas, «Dios es Espíritu y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn 4:24). A. Implicaciones
Page 14